Las viñas se arraigan de nuevo en las ciudades

Los viñedos están volviendo a aparecer en el corazón de las ciudades, desde el parisino Clos Montmartre hasta las plantaciones del Palacio de los Papas en Aviñón. Estas microparcelas, símbolo del patrimonio vivo, la cohesión social y la ecología, proporcionan visibilidad y razón de ser a la viticultura urbana.

Contenido:

  • Montmartre, todo un símbolo
  • Un laboratorio al aire libre
  • Aviñón, el viñedo patrimonial
  • Un movimiento que se organiza
  • Un renacimiento cultural y ecológico

Montmartre, todo un símbolo

Del 8 al 12 de octubre, entre catas y conciertos folclóricos, París celebró la fiesta de la vendimia del Clos Montmartre, un evento que reúne ya a 500.000 visitantes. «La primera edición, en 1934, tuvo un gran éxito popular gracias al prestigioso patrocinio de las vedetes de le época, Mistinguett y Fernandel. Se trataba más bien de una fiesta de la uva, ya que la vinificación no comenzó hasta 1953«, recuerda Éric Sureau, presidente del Comité de Fiestas y Acciones Sociales del distrito 18 parisino, responsable del Clos. «Esta viña es un símbolo de convivencia. Las 2.400 botellas que se producen cada año se venden en beneficio de nuestras obras sociales y perpetúan el espíritu contestatario y solidario de Montmartre«.

Un laboratorio al aire libre

Detrás de este paisaje de postal se encuentran 1.800 pies de viñas situados a 130 m de altitud que requieren una gestión meticulosa. «Orientadas al norte, rodeadas de edificios y plantadas en un suelo ligero y yesoso, crecen en condiciones desfavorables. De acuerdo con la política de la ciudad, el principal reto consiste en prohibir los tratamientos fitosanitarios, especialmente visibles y controvertidos en el medio urbano«, explica Sylviane Leplâtre, enóloga del Clos. Muy sensibles a las enfermedades, las cepas se han ido replantando progresivamente a lo largo de diez años con variedades resistentes: resultaba imposible arrancar de golpe un viñedo tan visitado. Calice, Divico, Muscat bleu, Cabernet Jura, Pinotin o Monarch han sido las variedades importadas de Suiza y otros lugares. «Su calidad gustativa supera a la de las variedades híbridas productoras de la época posterior a la filoxera, aunque se ha conservado una hilera en memoria del pasado. En los años soleados, la madurez alcanza los 12°, lo que da lugar a un tinto afrutado y un rosado muy codiciado«.

Aviñón, el viñedo patrimonial

El viñedo del Palacio de los Papas en Aviñón, otra faceta de la viticultura urbana es el único con denominación de origen controlada (AOC) situado dentro de una ciudad en Francia y el único ubicado en un lugar declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. «La parcela, plantada en 1997 para producir su primera añada en 2000, año en que Aviñón fue Capital Europea de la Cultura, cuenta con 544 cepas de doce variedades de Côtes‑du‑Rhône. Se trata de un viñedo «auténtico«, gestionado de forma sostenible con el objetivo de obtener la certificación HVE (Alto Valor Medioambiental)«, destaca David Bérard, presidente de los Compagnons des Côtes-du-Rhône, que se encargan de su mantenimiento junto con el instituto vitícola de Orange y los equipos de jardinería de la ciudad. «Están muy implicados, y por ejemplo, prueban diferentes tipos de acolchado, sabiendo que cultivar una viña en la ciudad equivale a trabajar una microparcela. Cada año, un viticultor miembro de los Compagnons vinifica esta producción confidencial, que luego se destina a asociaciones caritativas. «Ahora nos gustaría que ciudadanos de todo el mundo apadrinaran estas viñas urbanas», confiesa David Bérard. Sobre todo, porque desempeñan un papel estratégico: plantadas en otros lugares de Aviñón, afirman su identidad de capital de los Côtes-du-Rhône.

Un movimiento que se organiza

Detrás de estas iniciativas se perfila un movimiento más amplio. «El éxito de Montmartre inspiró a Luca Balbiano, propietario de un viñedo en Turín, a fundar la Urban Vineyards Association en 2019«, explica Éric Sureau, vicepresidente de la organización. «La UVA, que hoy en día reúne a unos cincuenta viñedos urbanos históricos en veinte países, trabaja en su restauración, su valorización cultural y su promoción turística«, mientras que en Francia la dinámica se intensifica. «Hemos puesto en marcha, junto con Montmartre y Lyon, la creación de una Société des Vignes Urbaines de France (Sociedad de Viñedos Urbanos de Francia), que federará a las ciudades francesas para compartir buenas prácticas y estimular nuevas plantaciones«, precisa David Bérard. El acto fundacional de esta asociación, que ya cuenta con veinticinco miembros, se oficializará el 19 de noviembre, durante el Congreso de Alcaldes de Francia en París, con el apoyo financiero de la constructora NGE, que ha creado una filial dedicada al paisajismo para integrar los viñedos en los proyectos propuestos a las entidades locales.

Un renacimiento cultural y ecológico

En realidad, las viñas urbanas son una evidencia. En la Edad Media, casi todas las ciudades tenían sus propios viñedos, con frecuencia cerca de las abadías, como sucede en Montmartre. Desaparecidas en el siglo XIX debido a la urbanización, hoy renacen con diversas funciones. «Para los municipios, son ante todo una tarjeta de visita y una herramienta pedagógica que nos habla de historia, biología, etc., así como un vector de cohesión social«, considera Sylviane Leplâtre. «Más allá de su aspecto cultural, los viñedos son testimonio de una producción agraria integrada en el centro de las ciudades, preservan variedades históricas, ofrecen una huerta y un nicho de biodiversidad y constituyen un instrumento de resiliencia ecológica, ya que actúan como sumideros de carbono y limitan la artificialización de los suelos«, añade David Bérard. Desde París hasta Aviñón, la viticultura no supone un nostálgico retorno al pasado. Al entrelazar pasado y futuro, tal vez esboza una nueva fisonomía de la ciudad del futuro.

Florence Jaroniak, ©: Compagnons des Côtes-du-Rhône.

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El renacimiento de un recipiente milenario

El ánfora vuelve con fuerza a las bodegas modernas tras permanecer eclipsada durante mucho tiempo por la barrica. Material natural, formas variadas, espíritu de mínima intervención: este recipiente antiguo seduce a los viticultores que buscan autenticidad y precisión

Contenido:

• Una historia con 6.000 años de antigüedad
• Un soplo de pureza
• Envases con perfiles variados
• Un nicho que gana terreno
• Cuando la tradición se une a la innovación

Una historia con 6.000 años de antigüedad

Con sus asas y su forma esbelta, el ánfora apareció en Oriente Próximo ya en el IV milenio a. C. Adoptada por los fenicios hacia el 1500 a. C., se convirtió en el recipiente preferido de los romanos para transportar sus vinos. Cada recipiente llevaba entonces su firma (forma, sello o estampado): ¡los signos de trazabilidad de la época! Pero el ánfora no era solo un medio de transporte. Su porosidad, controlada mediante recubrimientos de resina, así como un tapón de corcho coronado por un segundo tapón de arcilla o puzolana, garantizaban una conservación óptima del vino. En la actualidad, tras haber caído en desuso con la llegada de la barrica, está disfrutando de una segunda juventud.

Un soplo de pureza

«Las ánforas, o más bien las jarras y sus derivados, seducen especialmente a las bodegas ecológicas o biodinámicas, ya que responden a una filosofía global de vinificación y crianza: preservar la calidad de la fruta, utilizar un material natural y sostenible e intervenir lo menos posible, limitando o evitando el uso de insumos», explica Volga Voronovskaïa, responsable de comunicación de V&T Amphores, empresa especializada en la selección, el desarrollo y la distribución de estos recipientes en Gradignan (Gironda, Francia). Según Maxence Weck, la microoxigenación natural que aporta el ánfora confiere al vino «una verdadera rectitud y una gran pureza». Al frente de una finca familiar con raíces desde 1696 en Gueberschwihr, Maxence ha elegido un modelo de gres «menos poroso y más resistente que la terracota» para trabajar en la microvinificación de las uvas procedentes de parcelas y lugares determinados. «Utilizamos una versión de 500 litros para el Grand Cru Florimont y otra de 1.000 litros para el Grand Cru Hatschbourg. La idea es ofrecer otra lectura del terruño, elaborando vinos de maceración: el proceso de un tinto aplicado al blanco, lo que da como resultado un vino naranja».

Envases con perfiles variados

Cada material deja su huella. «La terracota, porosa, es adecuada para variedades de uva potentes y crianzas cortas; el gres, más neutro, realza los blancos y tintos finos y poco tánicos; la cerámica técnica, estable y manejable, puede incluso incorporar accesorios como un grifo de degustación», precisa Volga Voronovskaïa. En cuanto al granito, casi impermeable y rico en cuarzo, «realza los vinos de hielo o de guarda, preservando su acidez». Algunos viticultores utilizan incluso recipientes similares a las ánforas: tinajas españolas o kvevris georgianos, a menudo enterrados según la tradición, que ofrecen otras dinámicas de fermentación y crianza. Las formas y los volúmenes también son importantes: jarras abombadas, huevos de pie o tumbados, dolia más redondeadas y estrechas en la base… Según la silueta, los movimientos de convección difieren e influyen en la suspensión de las lías que son auténticas aliadas de la estabilidad y la untuosidad del vino.

Un nicho que gana terreno

Para adaptarse a los usos contemporáneos, el ánfora ahora incorpora accesorios prácticos, pero su coste, fragilidad y manipulación siguen siendo un reto. «Las limitaciones se deben principalmente al tamaño», precisa Maxence Weck. «El ánfora es ideal para pequeñas parcelas, pero demasiado compleja para gestionar todo un viñedo». La inversión, ciertamente elevada, se amortiza con el tiempo: acompaña al viticultor toda su vida, siempre que se proteja de los choques térmicos y se limpie con cuidado. La gestión del oxígeno también requiere una vigilancia especial. Así, el ánfora se impone poco a poco como una opción técnica asumida, vinculada a los vinos de alta gama, elaborados a menudo con técnicas de microvinificación o en combinación con barricas y acero inoxidable. «No es una moda efímera», insiste Volga Voronovskaïa: «los más convencidos la utilizan como herramienta principal, otros la prueban en algunos vinos». Las catas comparativas lo confirman: en una misma añada, las diferencias entre el ánfora, la barrica y el acero inoxidable son notables.

Cuando la tradición se une a la innovación

Los vinos elaborados en ánforas atraen sobre todo a nuevos consumidores, y muchos sorprenden a la clientela más tradicional. «Espontáneamente, asocian estas jarras con los romanos. Intrigados, se dejan seducir. Y, a menudo, la cata les sorprende positivamente: en ánfora, el gewurztraminer, que suele percibirse como un vino dulce, se transforma en seco, tenso, aromático y potente», explica Maxence Weck. Si bien el ánfora impone ciertas precauciones de uso, también abre nuevos horizontes creativos. «El mejor consejo», concluye Volga Voronovskaïa, «es experimentar. Al final siempre convence». En definitiva, el ánfora conecta el patrimonio ancestral con las exploraciones más contemporáneas y nos recuerda que, en materia de vino, el futuro siempre se nutre del pasado.

Florence Jaroniak.

©: V&T Amphores.

Más información:

https://archeologie-vin.inrap.fr/Archeologie-du-vin/Histoire-du-vin/Antiquite-Culture-et-societe

https://www.museecapdagde.com/le-musee/departement-navigation-antique/amphores

Un sello para los vinos portadores del “fuego sagrado”

Los vinos volcánicos por fin se dotan de un distintivo. Con “Volcanic Origin”, la región francesa de Auvernia se convierte en el epicentro de un reconocimiento mundial, entre rigor científico, terruños excepcionales ¡y una narrativa «explosiva»!

Contenido:

  • Un sector en erupción
  • Originado en Auvernia
  • Al principio fue la lava
  • Una explosión de los sentidos
  • Una interpretación geológica del vino
  • Un nuevo continente vitícola

Un sector en erupción

¿El vino sacaría su singularidad de las entrañas de la Tierra? Desde el Etna hasta los “Puys” de Auvernia, la vid prospera en suelos nacidos de erupciones volcánicas. Una identidad fuerte que hoy certifica el sello “Volcanic Origin”. Esta marca inédita, registrada en el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI), se presentó el 24 de junio en Clermont-Ferrand, durante el Foro Vinora, la gran cita de los productores mundiales de vinos volcánicos. «No se trata de una operación de marketing, sino de una verdadera garantía de origen, basada en un estricto pliego de condiciones para evitar cualquier oportunismo», insiste Pierre Desprat, director de la bodega Desprat-Saint-Verny y vicepresidente de Vinora, impulsor del proyecto. Para obtener esta certificación, los vinos deben contener al menos un 85 % de uvas procedentes de terruños volcánicos certificados, validados mediante cartografía geológica y análisis del suelo. Se prohíben los insumos artificiales y cada añada se somete a un doble control interno y externo.

Originado en Auvernia

La idea de Vinora surgió de una carencia: la falta de notoriedad frente a pesos pesados como los franceses Chablis o Meursault. «No basta con decir que nuestro vino es bueno o diferente: también hay que explicar por qué», insiste Pierre Desprat. ¿El detonante? Un comprador de la SAQ en Montreal, que al principio no mostraba mucho interés por los vinos de Auvernia, pero que cambió de opinión al conocer su origen volcánico. «Comprendí que teníamos un terruño excepcional que no sabíamos valorar». Fundada hace siete años por un colectivo de viticultores, distribuidores e investigadores, la asociación Vinora se asoció en 2019 con el Instituto Francés de la Viña y el Vino (IFV) para iniciar un programa de investigación con las universidades de Dijon y Montreal. Tres estudios más tarde, la conclusión es evidente: el suelo volcánico imprime su carácter al vino, además de reforzar la resistencia de las vides.

Al principio fue la lava

¿Cuáles son las características de estos terruños? «No existe un suelo volcánico, sino una formidable diversidad geológica», explica el geólogo Charles Frankel. Gabro, escorias, puzolana, piedra pómez… «Estas rocas nacidas de la lava, porosas y fracturadas, facilitan el enraizamiento y retienen el agua, como en Santorini, donde la vid crece sobre piedra pómez procedente de una erupción ocurrida en 1612 a. C. en un clima casi desértico.» Algunas se degradan en arcillas o en peperitas, una mezcla de basalto y caliza que aporta una riqueza mineral excepcional, especialmente en Auvernia. «Cultivar en un volcán activo es como jugar a la ruleta rusa», admite el experto. «Pero este riesgo puntual se ve ampliamente compensado por las ventajas del relieve volcánico. La altitud, la exposición, la pendiente, los microclimas… lo convierten en un laboratorio al aire libre, especialmente adecuado para adaptarse al cambio climático».

Una explosión de los sentidos

Sin embargo, «intentar reconocer un vino volcánico a ciegas sería pretencioso», reconoce John Szabo. Este Master Sommelier, referencia mundial en la materia, menciona más bien características comunes. «Salinidad, textura en boca y potencia» resume el sumiller, retomando el subtítulo de su libro. Charles Frankel matiza: «Cada volcán ha visto nacer sus propias variedades de uva, fruto de una larga colaboración entre el hombre y el suelo, como el Nerello Mascalese en el Etna». El mismo volcán genera diferentes estilos: según la altitud, la exposición o incluso la vinificación, los perfiles pueden variar. Por lo tanto, es difícil compararlos, «salvo excepciones como en Oregón, donde una misma variedad de pinot noir plantada a la misma altitud ofrece un perfil afrutado sobre basalto y otro más complejo sobre suelos calcáreos». Sin embargo, es evidente que los vinos volcánicos destacan en una mesa. «Y, sobre todo, cuentan una historia que a los sumilleres les encanta compartir y que a los aficionados les gusta conocer, lo que enriquece considerablemente la experiencia de la cata», puntualiza John Szabo.

Una interpretación geológica del vino

«El elemento volcánico ofrece una nueva perspectiva de cata, no horizontal ni vertical, sino transversal», observa Charles Frankel. Para John Szabo, “Volcanic Origin” introduce así «una forma inteligente de considerar el vino, atractiva para los consumidores nuevos o más jóvenes. De entre todas las referencias geológicas posibles, la volcánica es sin duda la más atractiva, porque fascina a un amplio público». Y el movimiento está cobrando impulso. «Llevo 15 años escribiendo sobre los vinos volcánicos. Su reconocimiento está creciendo exponencialmente. Ya no es un nicho, sino una categoría en sí misma». Y el mercado le da la razón: los Côtes-d’Auvergne (350 hectáreas) venden el 100 % de su producción cada año. La demanda supera la oferta y los precios han subido un 26 % en 7 años. Tanto en las vinotecas parisinas como en las cartas de los grandes restaurantes, la sección «vinos volcánicos» está ganando terreno.

Un nuevo continente vitícola

El entusiasmo también se refleja en los productores. Ya son cuarenta las bodegas que han presentado su candidatura a «Volcanic Origin». El objetivo es llegar a cien a finales de 2025. Mientras John Szabo lidera la dinámica norteamericana, Vinora marca el camino en Europa. Próxima etapa: una presentación de sus trabajos científicos a principios de 2026 en Nueva York, antes de una futura feria internacional en Canarias. «En un mundo vitivinícola a veces considerado complejo, los vinos volcánicos seducen por su evidencia. Afirman la primacía del terruño sobre la variedad de uva, mientras evocan un imaginario poderoso y accesible», insiste Pierre Desprat. Seis regiones francesas están involucradas (Alsacia, Ardecha, Auvernia, Beaujolais, Lenguadoc y Provenza) y el 2 % de los viñedos mundiales. Es una gota en el océano de la producción vitícola, pero son vinos «con mucha chispa» que están conquistando el planeta.

Florence Jaroniak © vins volcaniques/Maison Desprat Saint-Verny

Más información :

www.volcanicwinesinternational.com/szabo

www.dunod.com/vie-pratique/vins-feu-decouverte-terroirs-volcans-celebres

El corcho: un material reciclable y creativo

El tapón de corcho es un material noble y natural que no se limita a su uso en botellas. Gracias a iniciativas ciudadanas, industriales y artísticas, está disfrutando de una segunda vida inesperada. Nos centramos en un caso de reciclaje ejemplar… e inspirador.

 

Contenido:

  • El corcho, discreto campeón de la responsabilidad ecológica
  • Una industria solidaria y comprometida
  • Un reto logístico
  • Una fábrica en acción
  • El tapón se convierte en obra de arte
  • Un gesto sencillo, un impacto real

 

El corcho, discreto campeón de la responsabilidad ecológica

Pequeño en tamaño pero grande en su función, el corcho protege el vino. Compresible, hermético y poco permeable a los gases, permite que el vino respire al mismo tiempo que lo conserva. Y sus cualidades van mucho más allá: resistente a la humedad, al fuego, a los insectos y al desgaste, también es un excelente aislante térmico y acústico. Se cosecha sin talar árboles, por lo que es totalmente natural, biodegradable y reciclable. Su capacidad para encontrar nuevos usos ha dado lugar a una verdadera industria, impulsada desde 2010 por la Federación Francesa del Corcho. «Francia es hoy líder mundial en el reciclaje de tapones de corcho, con un 15 % del total reciclado, es decir, cerca de 400 toneladas al año», destaca Jean-Marie Aracil, su secretario general.

Una industria solidaria y comprometida

Hoy en día, más de 2.000 contenedores de recogida fijos cubren el territorio (en bodegas, viñedos, tiendas de alimentación o incluso en el museo del corcho y tapones de Mézin), a los que se suman puntos de recogida puntuales. La venta de los tapones de corcho recogidos a industriales financia acciones benéficas y medioambientales. ¿El resultado? Más de un millón de euros redistribuidos a las asociaciones recolectoras y más de 15.000 robles alcornoques plantados. Esta dinámica se basa tanto en consumidores más atentos a los materiales naturales y reutilizables como en empresas preocupadas por limitar su impacto ambiental. También se apoya en el éxito del tapón de corcho, que cierra siete de las diez botellas de vino más vendidas en Francia (Nielsen, 2022).

Un reto logístico

Transformado en gránulos, el corcho reciclado encuentra más de un centenar de usos comerciales, desde la aeronáutica hasta la moda, incluyendo unos treinta en la construcción. Pero nunca volverá a convertirse en tapón de botella: «cada fabricante de tapones aplica fórmulas específicas y análisis rigurosos para garantizar la aptitud para el contacto con alimentos. Este nivel de exigencia hace que el corcho reciclado sea incompatible con el cierre de botellas», precisa Jean-Marie Aracil. A pesar de los avances en la recogida, el modelo sigue siendo complicado. «Se necesitan unos 50.000 tapones, es decir, un palé, para garantizar un transporte ecológico y rentable. E incluso reciclando las 4.000 toneladas disponibles cada año, los volúmenes seguirían siendo demasiado bajos para garantizar la sostenibilidad de un sector a nivel nacional. Por lo tanto, el corcho se envía a Portugal, donde se recicla junto con otros suministros procedentes de Europa», añade Jean-Marie Aracil.

Una fábrica en acción

Existe una excepción en Francia: Agglolux-CBL, con sede en Soustons (Landas). «Desde 1929, nuestra empresa transforma el corcho en una gran variedad de productos», explica su director, Pierre Biénabe. «Parte de la materia prima procede de los residuos de los tapones, pero también de tapones reciclados comprados a asociaciones de toda Francia». Agglolux-CBL, única empresa industrial de corcho que recicla tapones en Francia, diseña paneles, rollos, materiales de aislamiento y objetos de decoración. La empresa también colabora con entidades solidarias, como COHAB*, con la que ha desarrollado nidos bioclimáticos aislados con corcho reciclado. «Nuestra fuerza reside en poder responder a las necesidades de los promotores de proyectos, especialmente en una perspectiva de RSE (responsabilidad social empresarial)», afirma Pierre Biénabe.

El tapón se convierte en obra de arte

La reutilización también inspira a los creadores. Para David Mishkin, artista estadounidense francófilo, los tapones de corcho prolongan el recuerdo del vino y son auténticos símbolos de vida. «En mi opinión, los tapones usados tienen mucho más valor que los nuevos.» Su arte, a medio camino entre la escultura, el mosaico y el trabajo en relieve, juega con las formas y los volúmenes. Así, ha creado una cruz monumental a partir de 3.000 corchos de Borgoña procedentes de botellas de la viña del Niño Jesús. Otra obra destacada utiliza corchos de Vouvray, extraídos de una bodega troglodita amurallada durante la guerra para escapar de los nazis. «Seleccioné 25.000 corchos, de los cuales solo 3.000 eran aún utilizables», explica. Como miembro de la Cofradía de los Caballeros del Tastevin desde hace 52 años, también conserva los corchos de sus catas: «El vino me ha permitido descubrir el corcho, me ha enseñado a reconocer su valor y a convertirlo en algo bello». Le gusta recordar que Dom Pérignon destacó la capacidad del corcho para retener la presión del champagne. «Tuve el honor de degustar una botella de más de 180 años, rescatada de un barco naufragado. Gracias a este material, el vino se había conservado en perfectas condiciones».

Un gesto sencillo, un impacto real

Ciudadanos, asociaciones, profesionales… todos se unen para dar una segunda vida al corcho. Y aunque el objetivo europeo de reciclar un 30 % para 2030 pueda parecer ambicioso, los actores franceses se muestran confiados: «Ya hemos superado el 15 % con los medios actuales», recuerda Jean-Marie Aracil. Así que, la próxima vez que abra una botella, no tire el corcho: deposítelo en un punto de recogida. Este pequeño gesto puede ¡hacer crecer un árbol, aislar una casa o inspirar una obra de arte!

Florence Jaroniak, © nataliazakharova/Adobestock

* La asociación COHAB desarrolla soluciones para integrar la biodiversidad en la ciudad.

https://planeteliege.com

Cuando la vid pone a prueba su futuro

Ante el cambio climático, la viticultura francesa reacciona. Con Vitilience, el sector dispone de una herramienta inédita, a la vez estratégica y concreta. ¿Su principal ventaja? Una red de demostradores que prueban, al aire libre, soluciones pensadas para todas las zonas de producción y con todos los actores del sector.

Resumen:

  • Una red en expansión
  • Laboratorios a escala real
  • Sobrio, sostenible, reproducible
  • La inteligencia colectiva en acción
  • Consolidar el cambio a largo plazo

Una red en expansión

¡Ya van ocho! Cuatro nuevos centros se han sumado a la red nacional de demostradores* del programa Vitilience, dirigido por el Instituto Francés de la Viña y el Vino (IFV) y financiado por FranceAgriMer (7,5 millones de euros entre 2024 y 2028). El objetivo anunciado es alcanzar una veintena de plataformas de experimentación para 2028, repartidas por todas las regiones vitícolas. «El comité científico está examinando actualmente nuevas candidaturas. De acuerdo con las recomendaciones del metaprograma INRAE-LACCAVE, origen del plan de acción nacional de adaptación al cambio climático de 2021, Vitilience apuesta por un fuerte arraigo territorial, un punto esencial para responder a la diversidad de los efectos regionales del clima», explica Mélissa Merdy, ingeniera del IFV y coordinadora nacional. Otra novedad: mientras que antes las investigaciones se solían centrar en aspectos aislados, ahora este proyecto da prioridad a las combinaciones ganadoras. «Se trata de adaptar las prácticas, pero también de mitigar su impacto medioambiental, pasando de enfoques monofactoriales a una lógica sistémica y de investigación fundamental, con experimentos listos para ser compartidos y reproducidos».

Laboratorios a escala real

Cada demostrador, que es a la vez una herramienta técnica y colectiva, combina parcelas vitícolas, una bodega experimental y un órgano de gestión local representativo de las partes involucradas, encargado de definir las prioridades, seleccionar las prácticas que se van a probar y dirigir los ensayos. En Beaujolais-Jura-Savoie, el proyecto Vitopia 2051, liderado por SICAREX Beaujolais**, ilustra esta dinámica. «Desde 2018, hemos experimentado con varias herramientas agronómicas: redes antigranizo que también sirven de sombreado, ajuste de la altura del tronco para limitar el estrés térmico, reducción de la superficie foliar, selección de gamay de brotación más tardía para evitar vendimias demasiado precoces», detalla Sophie Penavayre, directora de SICAREX, responsable técnica de Inter Beaujolais y coordinadora del proyecto. «Pero estas medidas se ensayaron por separado. Gracias a Vitilience, ahora podemos combinarlas en una estrategia coherente con las prácticas de los viticultores».

Sobrio, sostenible, reproducible

A partir de septiembre, Vitopia 2051 inaugurará una nueva sección dedicada a la vinificación «sobria»: menos agua, menos energía, menos insumos. Se explorarán varias vías, desde la regulación térmica hasta la higiene, pasando por el azufre o las levaduras. Un ensayo sobre la reutilización de botellas completará el proyecto, que abarca toda la cadena de producción. Paralelamente, SICAREX trabaja en la viña del futuro. Una parcela específica acogerá ensayos con nuevas variedades de uva, portainjertos, sistemas de conducción y acondicionamientos agroecológicos. «La idea es construir un modelo reproducible, asumiendo al mismo tiempo la incertidumbre propia de la innovación. Es una función que los viticultores no siempre pueden asumir por sí solos», destaca Sophie Penavayre.

La inteligencia colectiva en acción

Diseñado desde el principio como un proyecto colectivo, Vitilience reúne a una veintena de socios nacionales (INRAE, INAO, CNIV, etc.) y se apoya en dúos referenciales y dinamizadores en cada región para adaptar los objetivos a las realidades locales. En Champaña, los esfuerzos se centran en la preservación de los aromas; en Occitania, en la gestión del agua; en el Valle del Loira, en el ajuste de las prácticas… «Algunas adaptaciones, como la densidad de plantación, implican decisiones sostenibles. Son medidas difíciles de modificar una vez implementadas», recuerda Mélissa Merdy. De ahí la importancia de un acompañamiento a largo plazo.

Consolidar el cambio a largo plazo

El problema es que cuatro años es poco tiempo para una cultura duradera. Para superar este límite, es necesario contratar a un ingeniero modelador en colaboración con el INRAE, con el fin de elaborar proyecciones a largo plazo y evaluar la solidez de las soluciones probadas. «Vitilience es un punto de partida, no un fin», insiste Mélissa Merdy. El programa prevé jornadas técnicas, visitas de campo, talleres, vídeos y conferencias para difundir los resultados y fomentar su adopción. «A largo plazo, nuestro trabajo también podría contribuir a la evolución de los pliegos de condiciones o de los dispositivos de evaluación de las innovaciones. Si funciona, perfecto. Si no, ¡ya tendremos una respuesta desde el punto de vista de la investigación!», concluye Sophie Penavayre. En un momento en el que la viticultura se está reinventando, la experimentación actúa como brújula. Para no perder las uvas… ni la cabeza.

Florence Jaroniak. ©lorenza62/ AdobeStock

Saber más: www.vignevin.com/vitilience/le-projet/

www.vignevin.com/vitilience/les-demonstrateurs/vitopia-2051

*Viticors’Alti (CRVI, Córcega), Demoniacc (Cámara de Agricultura de Gironda), Vitopia 2051 (SICAREX, Beaujolais-Jura-Savoie), Résiloire (IFV de Montreuil-Bellay), Combioclim (Cámara Regional de Agricultura de Occitania), 3C (BNIC, Cognac), Adam (Centro del Rosado) y Motives (IFV Orange).

** SICAREX Beaujolais: Centro de investigación aplicada en viticultura y enología, creado por el sector, dotado de parcelas experimentales y una bodega en el Domaine du Château de l’Éclair.

El «blanc de noirs» sale de su burbuja

El “blanc de noirs”, durante mucho tiempo reservado a los vinos espumosos, se propone ahora en su versión tranquila. Es un complemento técnico y comercial que seduce tanto a los enólogos como a los distribuidores de vinos.

Contenido:

  • Cambiar de rumbo sin cambiar de variedades
  • Lideran los viñedos meridionales
  • Innovar en el buen sentido
  • Una técnica exigente
  • Vinos que intrigan
  • Un aliado versátil de la gastronomía
  • Una tendencia de fondo

Cambiar de rumbo sin cambiar de variedades

Los hábitos están cambiando en el sector. Y algunas bodegas, en lugar de replanteárselo todo, están rediseñando sus vinos utilizando variedades ya disponibles. Así podría resumirse el cambio de rumbo emprendido por los viticultores que, sin replantar, aprovechan sus castas tintas para producir «blancs de noirs»… tranquilos. Esta práctica, hasta ahora reservada a la Champagne y a las grandes regiones de espumosos del mundo, consiste en prensar directamente las uvas de piel negra y vinificarlas como un vino blanco. Estos vinos se están imponiendo, sobre todo en los viñedos meridionales, como una fuente de diversificación y una respuesta inteligente al desamor de los consumidores hacia los tintos.

Lideran los viñedos meridionales

En Rosellón, por ejemplo, los viticultores han empezado a replantar uvas blancas, pero llevará tiempo recomponer los equilibrios: la DOP blanco de Collioure no se creó hasta 2003. En complemento, algunas explotaciones se centran en los “blancs de noirs”, como Maison Parcé Frères, pionera en este terreno en 2019, con Domaine Augustin y La Préceptorie. «Nuestros viñedos se han centrado históricamente en los vinos tintos, en particular los vinos dulces naturales, que poco a poco se han ido reconvirtiendo en vinos secos. Si bien cubrimos bien este mercado, hemos tenido carencias en vinos blancos, que se han convertido en el color favorito de los franceses», explica Vincent Parcé.

Innovar en el buen sentido

Además, no depende de las variaciones estacionales. Durante mucho tiempo, la región produjo rosados de color intenso, pero el auge de los rosados pálidos ha cambiado el panorama. «Hemos preferido no seguir esta tendencia, para minimizar los riesgos: si un rosado se ha agotado el 1 de agosto, los clientes se quejan; si quedan existencias el 31 de del mismo mes, no le interesa a nadie. En cambio, el “blanc de noirs” se vende todo el año», subraya el viticultor. Esta solución también presenta ventajas agronómicas frente al cambio climático: permite al viticultor vendimiar antes, a partir de agosto, sin esperar a la plena madurez fenólica, y producir vinos más ligeros, de unos 12,5 a 13°, en sintonía con la demanda actual.

Una técnica exigente

Aunque el método es bien conocido, exige rigor, empezando por la elección de la variedad de uva. En lugar de syrah y carignan, consideradas demasiado colorantes, se utilizan garnachas tinta o peluda. «Las uvas, perfectamente sanas, se vendimian poco maduras y se prensan con suavidad para evitar la extracción de color, teniendo en cuenta que desde el principio nuestro objetivo era vinificar sin utilizar agentes blanqueadores como el carbón vegetal», explica Vincent Parcé. «El reto ha sido combinar la claridad del mosto con rendimientos económicamente viables. Este trabajo se ha ido perfeccionando con el tiempo: protocolos de prensado, fermentación maloláctica -que no realizamos en nuestros blancos, pero que reduce un poco más el color- y, a continuación, crianza en barricas durante 7 meses, con bâtonnage diario de las lías.»

Vinos que despiertan la curiosidad

El esfuerzo está dando sus frutos: la producción ha pasado de 1.000 botellas en 2019 a casi 10.000 en la actualidad. Romy Touchet, directora de la vinoteca Cave des Chouans en Jard-sur-Mer (Francia), ha constatado una creciente curiosidad: «Hemos incluido un blanc de noirs tranquilo en nuestra selección por su originalidad». Este interés por los vinos atípicos es especialmente marcado en el segmento de edad de 30 a 40 años. A partir de los 50, los hábitos ya están más consolidados». Hasta la fecha, ninguno de nuestros clientes pide espontáneamente este tipo de vino porque no sabe lo que es. «Tenemos que dar más explicaciones sobre la elaboración del vino, las variedades de uva, el perfil, etc. Esto requiere un verdadero esfuerzo educativo», añade Touchet.

Un aliado versátil de la gastronomía

Al contrario que la versión efervescente, el blanc de noirs tranquilo ofrece un producto más accesible y cotidiano, con una marcada personalidad. «El pinot noir que proponemos presenta una magnífica expresión: un cuerpo vinoso equilibrado por la frescura, una sutil mineralidad y un marcado carácter afrutado. De este modo, los “blancs de noir” pueden maridarse con algo más que los platos asociados a los blancos clásicos. Es un perfil que seduce, y pensamos ampliar nuestra gama con otros vinos similares», concluye Romy Touchet.

Una tendencia de fondo

Aunque todavía persisten ciertos bloqueos, como el menor rendimiento del mosto y la falta de transparencia en las técnicas de vinificación, el movimiento se está extendiendo más allá de las fronteras del Rosellón. Desde Córcega (Domaine Giudicelli, Comte Peraldi…) hasta el Loira (Domaines Mourat, Couly-Dutheil….), pasando por Burdeos (Château Peybonhomme-les-Tours, Château Castera, Domaines Bourotte-Audy…) y Provenza (Château Grand Boise, Clos des B…), las iniciativas florecen. El blanc de noirs tranquilo, impulsado por una lógica de valorización, ya no es una curiosidad: poco a poco va ganando terreno. Es un vino camaleónico, capaz de sorprender, seducir y cambiar los hábitos de consumo.

Florence Jaroniak.© Pexels (Cup of Couple)

Cuando las etiquetas tienen sentido

Diseño, estrategia, percepción sensorial… La etiqueta de una botella se ha convertido en mucho más que una simple pegatina. Transmite mensajes, cuenta una historia, influencia y vende.

Contenido:

Un elemento distintivo… tan antiguo como el propio vino

Incitar a la compra y apoyar la identidad

Identificar el objetivo y encontrar las palabras adecuadas

Entre búsqueda de sentido y naturalidad

Innovación estratégica

Un elemento distintivo… tan antiguo como el propio vino

Los comerciantes de vino ya promocionaban el contenido de sus jarras antes de que aparecieran las primeras etiquetas de papel en el siglo XVIII. En el Museo del Louvre, un fragmento de la época de Ramsés II (-1279 a -1213), hallado en Egipto, indica el origen del vino que contenía. Hoy en día, las etiquetas no se limitan a informar: llaman la atención y orientan al consumidor a la hora de elegir. Según una encuesta de Opinion Way para los Vignerons Indépendants (2023), siete de cada diez franceses consideran que la etiqueta es un criterio importante a la hora de comprar. Un estudio reciente de la Universidad Estatal de Washington revela también que el diseño influye en nuestras percepciones e intenciones de compra.

Incitar a la compra y apoyar la identidad

Los consumidores estadounidenses encuestados preferían etiquetas con códigos visuales considerados femeninos: flores, caras, etc. «También contaban con una mejor experiencia sensorial global y eran más propensos a comprar el vino», señala Ruiying Cai, autora principal del estudio. Y lo mismo ocurre incluso con los consumidores más experimentados: «La influencia de estas señales de género era tan fuerte que superaba otros factores como el conocimiento del producto», añade Christina Chi, coautora del estudio. En una prueba a ciegas, el mismo vino se percibía como afrutado y dulce con una etiqueta femenina, y más mineral con una versión masculina. «La etiqueta es un verdadero instrumento de identidad. Del mismo modo que la colocamos en la botella, la fijamos simbólicamente a lo que representa el vino, que es mucho más que un producto», confirma Sophie Javel, cofundadora de Exceptio, estudio de diseño especializado en vinos y espirituosos, con sede en Gradignan.

Identificar el objetivo y encontrar las palabras adecuadas

Como primer contacto visual con el consumidor, la etiqueta es un distintivo diseñado para reflejar la singularidad del producto. «El etiquetado implica coherencia entre lo que vemos y lo que bebemos, y forma parte de una estrategia global de comunicación más amplia. Se trata de contar una historia sin inventarla necesariamente, el storytelling no significa inventar historias, sino dar sentido a lo que hacemos». Por tanto, la etiqueta correcta debe dirigirse al público adecuado de la forma adecuada. «Hay que definir el público objetivo y respetarlo. El envase no será el mismo para un vino patrimonial cargado de historia que para una cuvée joven, más accesible y destinada al consumo cotidiano», insiste Sophie Javel. El tono, los colores, las formas y la tipografía deben adaptarse al punto de venta: vinotecas, supermercados, etc.».

Entre búsqueda de sentido y naturalidad

¿Puede un gran vino recurrir al humor? ¿Puede un vino natural vestirse de clasicismo? La respuesta es sí, pero con sutileza. «Más allá de los efectos de la moda, la libertad gráfica se expresa con claros códigos para los consumidores, que se han cansado ante todo de la falta de sentido. Cuando una etiqueta tiene realmente éxito, transmite algo que es acertado. Cuenta lo que hay dentro de la botella, cómo se ha fabricado y con qué intención, ya sea con un diseño multicolor o minimalista». La creciente conciencia ecológica es otra tendencia. Pero ojo con las fórmulas simplistas. Ser responsable no significa necesariamente optar por papel reciclado con una huella de carbono cuestionable. «¿Tu filosofía principal es ser virtuoso o… elaborar un buen producto respetando ciertos parámetros?», se pregunta Sophie Javel, mencionando varias opciones: papel más fino, tinta al agua, ausencia de dorado, etiquetas fácilmente despegables y formas de botella que permitan el reciclado. Una sobriedad a veces invisible, pero coherente. Hasta el lenguaje visual evoluciona: menos representaciones de castillos, sobre todo en la región de Burdeos, y más paisajes «para situar la vid en un ecosistema y mostrar su arraigo en un entorno vivo».

Innovación estratégica

La tecnología no está ausente de los envases: códigos QR obligatorios para nuevas informaciones reglamentarias, acompañados con frecuencia de un código QR más narrativo que dirige a una página web, realidad aumentada, etc. Pero estos usos siguen siendo marginales. «El vínculo entre la etiqueta física y la tecnología digital se reforzará sin duda. Sin embargo, la modernidad ya no se encuentra en la innovación técnica, sino en la combinación inteligente de elementos que dan coherencia al conjunto», concluye Sophie Javel. La innovación se está convirtiendo en una cuestión de ensamblaje, como el propio vino. Y las etiquetas de hoy cristalizan cuestiones mucho más amplias que la simple presentación de un producto. Lejos de renunciar a la tradición, la actualiza ante las nuevas exigencias: más sentido, más sinceridad, más responsabilidad. Algunas marcas lo han convertido en todo un arte. Desde 1945, Château Mouton Rothschild confía cada año la etiqueta de su nueva añada a un artista diferente. Para 2022, Gérard Garouste ha aceptado el reto. Objeto de colección y herramienta de marketing, un simple rectángulo de papel vale a veces más que mil palabras.

Florence Jaroniak. © Taka/AdobeStock

Más información:

https://collections.louvre.fr/ark:/53355/cl010073861

https://news.wsu.edu/press-release/2024/10/01/women-more-likely-to-choose-wine-with-feminine-labels

Una experiencia enológica de alto vuelo

La carta de vinos servidos en los vuelos de primera clase, herramienta estratégica de las compañías aéreas, es cada vez más prestigiosa. Este mercado en pleno auge moviliza importantes inversiones que impulsan a algunas bodegas hacia nuevos horizontes.

Contenido:

  • Un instrumento de seducción de altura
  • Una subida de gama continua
  • Un mercado en auge
  • Estrategias vitivinícolas ambiciosas
  • Un personal formado y experto

Un instrumento de seducción de altura

Asientos reclinables, luces tenues: en primera clase, la azafata se acerca para ofrecer una copa. Naturalmente, es una copa de champagne. Desde diciembre de 2024, Singapore Airlines sirve Cristal 2015, fruto de un acuerdo con Louis Roederer, mientras que Emirates, fiel a su asociación de 33 años con Moët Hennessy, dispone de los derechos exclusivos de ocho añadas excepcionales. Atrás quedaron los tiempos en que la oferta a bordo se limitaba a un bocadillo y un refresco: ya en 1927, Air Union -más adelante parte de Air France- innovó en la ruta París-Londres introduciendo un servicio gourmet digno del Orient-Express. Desde entonces, el vino se ha convertido en un distintivo de los viajes de alta gama. Air France ha ido perfeccionando progresivamente su selección, recurriendo ya en los años sesenta a la experiencia de enólogos independientes. A continuación, confió su carta de vinos y champagnes a Paolo Basso, Mejor Sumiller del Mundo, antes de cederla a Xavier Thuizat, Mejor Sumiller de Francia 2022, MOF 2023 y Gran Premio de Sumillería de la Guía Michelin 2024.

Una subida de gama continua

Hoy, la empresa sirve más de 9 millones de botellas anualmente. Su carta se renueva tres veces al año, con una oferta premium cada vez más ambiciosa. Porque la comodidad en cabina ya no es suficiente: el vino es hoy en día un factor importante para conquistar a los pasajeros de las clases delanteras, las más rentables para las aerolíneas. Esta carrera por la excelencia se refleja en los concursos (Cellars in the Sky Awards y Wines on the Wing) que cada año premian las mejores selecciones realizadas por las compañías aéreas. «La carta de vinos, principal protagonista de la experiencia del pasajero debe ofrecerle un momento agradable y llevar su paladar a un viaje de exploración de nuevas denominaciones y nuevos talentos. Debe reflejar las últimas evoluciones de los viñedos y las tendencias, como la de beber menos, pero mejor, o la de privilegiar los tintos más ligeros, elegantes y refrescantes», explica Xavier Thuizat, que ante todo elige los vinos por su capacidad de suscitar emociones. «Al catar, necesito sentir el lugar y la autenticidad de su terruño».

Un mercado en auge

El consumo de vino disminuye en tierra, pero se dispara en el aire. Lufthansa, por ejemplo, lanza entre 30 y 35 convocatorias al año, que dan lugar a una decena de catas a cargo de expertos internos y externos. Según la IATA, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional, las compañías aéreas esperan 5.200 millones de pasajeros en 2025 (un 6,7% más que en 2024), lo que generará unos beneficios récord de 36.600 millones de dólares (un 16,1% más en un año). Para las bodegas, subir a bordo de estos aviones es una oportunidad de oro. Pueden vender parte de su producción, dándose a conocer al mismo tiempo a una clientela internacional que podrá buscarla una vez en tierra. Algunas incluso han convertido este mercado en una pasarela para la exportación. Pero subir a bordo no es nada fácil: un pedido puede superar las 60.000 botellas de una sola vez, un volumen que pocos productores tienen la capacidad o las ganas de suministrar, sobre todo porque algunas compañías están tirando los precios a la baja.

Estrategias vitivinícolas ambiciosas

En cambio, muchas de ellas no dudan en invertir masivamente. Desde 2006, Emirates ha inyectado más de mil millones de dólares en su programa vinícola. Tiene su propia bodega en Borgoña, donde envejecen 7,4 millones de botellas, y algunas no se servirán hasta 2037. Cada una de las cuatro cabinas de la aerolínea tiene también su propia selección, adaptada para Premium a las preferencias gustativas de los pasajeros de seis zonas geográficas distintas. Para perfeccionar su servicio, Emirates lanzó incluso en junio de 2024 un programa de formación titulado «El arte del vino». Tres niveles de cursos intensivos han beneficiado ya a más de 1.000 miembros de la tripulación, con el objetivo de llegar a 22.000 en 2026. Una iniciativa que ilustra el creciente valor añadido de la formación técnica del personal en la experiencia del cliente.

Un personal formado y experto

«Igual que con los chefs que preparan los platos que se sirven a bordo, trabajo con los equipos de Air France para preparar cursos de formación para las tripulaciones, en forma de vídeos cortos que explican el menú y dan algunos consejos y anécdotas sobre las bodegas y las denominaciones de origen», explica Xavier Thuizat. Singapore Airlines forma a su personal de acuerdo con las certificaciones de la Wine and Spirit Education Trust (WSET). Delta ha creado su programa Sky Sommelier con Andrea Robinson. British Airways, por su parte, ofrece un club de vinos, The Wine Flyer, que permite a los pasajeros comprar botellas en línea tras degustarlas en vuelo. Y Air New Zealand ha ampliado sus horizontes con el lanzamiento de su propia cuvée, Thirteen Forty Five, en colaboración con Villa Maria. Mientras la aviación perfecciona sus estrategias de diferenciación, algunas marcas ya anticipan el futuro: Mumm ha diseñado su Cordon Rouge Stellar para los futuros vuelos espaciales tripulados. Una prueba de que el vino no deja de ampliar fronteras… ¡hasta en el espacio!

Florence Jaroniak.

©Air France.

Fuentes:

https://corporate.airfrance.com/fr/actualites/xavier-thuizat-devient-le-nouveau-chef-sommelier-dair-france

https://www.emirates.com/media-centre

https://www.lufthansa.com/fr/fr/decouvrez-l-offre-de-vins

https://www.businesstraveller.com/features/on-cloud-wine-cellars-in-the-sky-2024

www.globaltravelerusa.com

https://www.iata.org/contentassets/f32de4cd05e2498a824e67fadd658cb7/2024-12-10-01-fr.pdf

Fomentar la resiliencia: la promesa de la viticultura regenerativa

Ante los retos del cambio climático, la viticultura regenerativa se perfila como una alternativa sostenible. Basada en el triángulo suelo, árboles y agua, pretende recrear un ecosistema vitícola más resiliente y productivo.

Contenido:

  • El suelo como eje del modelo
  • Animal y vegetal
  • Hidrología regenerativa
  • Un planteamiento global

El suelo como eje del modelo

No hay que buscar más. La viticultura regenerativa no tiene una definición única ni una marca oficial, aunque están surgiendo certificaciones que enmarcan y promueven sus prácticas, entre ellas destaca el programa Regenerative Organic Certified (ROC), creado en 2017 por la Regenerative Organic Alliance en Estados Unidos. “Los viticultores interesados en esta vía parten del principio de que unos suelos sanos producen vides resistentes y vinos de mejor calidad”, explica Alain Malard, consultor en viticultura-enología (Permavinea), formador en agroecología y escritor. Para restaurar las cualidades deterioradas o perdidas del suelo, algunos empiezan por abonar compost, biocarbón y cubiertas vegetales… “Sin embargo, sembrar hierba en un suelo compactado por los tractores y las vendimiadoras es contraproducente”, afirma Alain Malard, que recuerda que el suelo compactado debe agrietarse previamente “para permitir que bajen las raíces, suban las lombrices y se infiltre el agua”.

Animales y plantas

Fertilizar y airear el suelo también requiere el uso de animales, y no sólo ovejas y gallinas. “La fauna también contribuye a la mejora orgánica y sirve para sembrar la hierba futura. Siempre y cuando se estudie bien el tipo de cubierta vegetal, ya que el centeno de bosque o la veza no son muy apetecibles para los pájaros y los roedores”, explica Alain Malard. Aunque un suelo con vida permite almacenar mejor el agua que necesita la vid, la elección de un material vegetal resistente también es un factor para tener en cuenta. El experto se refiere en particular a los portainjertos más largos en las futuras plantaciones o sustituciones, para garantizar un enraizamiento profundo que ayudará a las vides a gestionar mejor las limitaciones hídricas y nutricionales. Luego, se examinan las maneras de ralentizar, distribuir, infiltrar y almacenar el agua de lluvia en las parcelas, las fincas y las cuencas de captación. Esto puede adoptar la forma de canales, estanques, zanjas e incluso “keyline design”, una auténtica estrategia para el aprovechamiento hidráulico del espacio.

Hidrología regenerativa

Las zanjas son un lugar especialmente adecuado para plantar árboles o arbustos a modo de setos, que generarán un microclima beneficioso, combatirán la erosión, fomentarán la biodiversidad, capturarán carbono y recrearán el ciclo natural del agua tanto en la atmósfera como en el suelo”, añade Alain Malard. En resumen, las plantas literalmente hacen llover, como señaló Simon Ricard, consultor y formador en la consultoría de investigación PermaLab y diseñador en hidrología regenerativa, durante un seminario web organizado en julio de 2023 por el colectivo de los vinos de Côtes de Provence. “Dos tercios de las precipitaciones continentales proceden de la evapotranspiración, que está directamente vinculada a la vegetación y al suelo, y se conoce como agua verde”. Sin ella, el ciclo del agua funciona mal, dando lugar a sequías e inundaciones alternas. Por eso, “además de tener en cuenta los caminos naturales y artificiales del agua y los aprovechamientos hidráulicos de los viñedos, la producción de agua verde requiere agronomía, gracias a un suelo vivo para la gestión del agua a corto plazo y a la agrosilvicultura para su gestión a largo plazo”.

Un planteamiento global

En resumen, la viticultura regenerativa requiere un planteamiento global adaptado a cada viñedo. Trasciende las prácticas y va más allá del nivel de la parcela para crear un ecosistema sostenible. “Para que la viticultura regenerativa se convierta en la norma, los viticultores deben ir más allá”, afirma Alain Malard. “Este modelo debe ser una forma de superar la viticultura ecológica, en lugar de eximirse a veces de sus limitaciones, reservándose la posibilidad de utilizar productos de síntesis para el tratamiento, con el riesgo de destruir todos los esfuerzos realizados en favor de la biodiversidad”. Esta transición requiere tiempo y reflexión, e implica formación y un cambio de paradigma, con rendimientos a veces inferiores al principio. Pero ¿el reto no merece la pena?

Florence Jaroniak. ©sofa12345678/pxhere

Más información:

https://regenorganic.org

www.regenerativeviticulture.org/

Los vinos ecológicos mantienen el rumbo

Aunque el mercado del vino ecológico en Francia se ralentiza, los indicadores generales del sector siguen siendo positivos. Este es el telón de fondo de la feria Millésime BIO, que se celebrará en Montpellier del 27 al 29 de enero de 2025.

Contenido:

  • Semáforos en verde
  • Las conversiones más lentas
  • ¡Unos viticultores eco… ptimistas!

Semáforos en verde

Inaugura la gran lista de los eventos profesionales del año. Millésime BIO, la mayor feria mundial de vinos y bebidas alcohólicas ecológicos reunirá del 27 al 29 de enero, en un clima favorable, a 1.500 expositores y 11.000 visitantes (según las previsiones). En 2023, la superficie dedicada a la viticultura ecológica en Francia creció un 1,6%, mientras que la superficie dedicada a la agricultura ecológica disminuyó por primera vez, según la Agence bio. Con 171.265 hectáreas, casi el 22% de los viñedos franceses se cultivan actualmente de forma ecológica, frente al 6% en 2010. Otro motivo de satisfacción: en contraste con el estancamiento del mercado global de productos ecológicos, las ventas de vino ecológico en Francia han aumentado tanto en volumen (+6%) como en valor (+7%). El sector del vino ecológico, con un valor de 1.560 millones de euros, y más de un tercio de los cuales se exporta, sigue estando impulsado por las ventas directas. Este canal, que representa la mitad de todos los vinos ecológicos vendidos, aumenta un 14,3% en valor, mientras que el canal de las tiendas de vinos crece un 12,4%. Sólo los supermercados registraron un descenso del 4,6%, lo que refleja una disminución de la presencia de vinos ecológicos en casi todas las cadenas.

Las conversiones más lentas

Este crecimiento general no es suficiente para compensar los volúmenes de producción generados por el auge de la reconversión de 2018-2020. Sin embargo, el desequilibrio podría atenuarse a medida que disminuya el número de superficies en reconversión (-33,5% en 2023 con respecto a 2022). SudVinBio, la asociación interprofesional de viticultores ecológicos de Occitania y organizadora del salón, explica esta ralentización en función de dos factores. En primer lugar, «el número potencial de viñas por reconvertir se reduce matemáticamente a medida que se producen las reconversiones«. Por otra parte, «el desarrollo del sector siempre ha alternado fases de aceleración y ralentización, para equilibrar de forma cíclica la oferta y la demanda«. Pero lo cierto es que las incertidumbres climáticas, sumadas a la crisis, ponen a prueba de forma especialmente dura a los viticultores ecológicos, como ilustra el ejemplo de Château Saint-Loubert (en las DDOO Graves y Bordeaux). «En 2021, un año marcado por las heladas y la lluvia, perdimos el 90% de la vendimia. Después, en 2022, sufrimos sequía y chicharritas… Nuestra primera cosecha ecológica certificada, en 2023, se vendió a precios convencionales, a pesar de que las limitaciones técnicas y los costes económicos son mayores en las explotaciones certificadas”, comenta Agnès Garbay. Esta viticultora, que dirige la explotación familiar con su marido desde hace 20 años, se dio por vencida. “Por supuesto, los clientes son sensibles a la etiqueta y están dispuestos a pagar un poco más, pero para una pequeña explotación escasa de liquidez después de tres malas vendimias, ignorar si el tratamiento ecológico funcionará o no, es un estrés adicional permanente«.

¡Unos viticultores eco… ptimistas!

Aunque hay candidatos a la desconversión, la tendencia no es derrotista. «2024 marca nuestro primer año de reconversión y nuestra primera participación en Millésime BIO, prueba de que creemos en ello«, afirma Madeleine Premmereur, de Château Barbebelle, en la DO Coteaux d’Aix-en-Provence. La decisión de esta bodega de solicitar la certificación ecológica AB obedece principalmente a «preocupaciones de calidad y medioambientales«, más que a consideraciones comerciales. “No será la única solución para recuperar mercados, aunque los consumidores se inclinen por el producto ecológico frente al convencional, que ofrece una relación calidad-precio equivalente”. La encuesta realizada por SudVinBio confirma el optimismo de los expositores, que expresan más confianza en las perspectivas de futuro de los vinos ecológicos que en las del vino en general. Aún más a largo plazo: el 30,5% de los viticultores encuestados prevé un crecimiento del mercado francés en los próximos diez años, y el 20,5% en los próximos tres años. Y el 40% cree que el consumo de vino ecológico aumentará en todo el mundo en los próximos diez años, frente a sólo el 14% de los productores de vino convencional que esperan que esto ocurra.

Florence Jaroniak. © : pxhere

Fuentes:

www.agencebio.org

www.millesime-bio.com