¿Cómo lograr la armonía entre platos y vinos?

Por lo general, el vino se suele saborear durante la comida.  Y no hay nada más importante, para realzar tanto el vino como el plato, que lograr una buena armonía entre el plato y el vino. Para ayudarle a elegir su vino en cada etapa de la comida, le damos nuestros consejos.

Armonía horizontal y armonía vertical. ¿Cuáles son las diferencias?

Platos y vinos: armonía horizontal

La armonía horizontal entre platos consiste en tomar en cuenta el vino y el plato, y nada más.

Para lograr la mejor armonía posible, debe seguir algunas pautas.

Ante todo, existe un principio de “equivalencia” entre la potencia del vino y la del plato saboreado. Los vinos livianos suelen acompañar platos finos, mientras que los vinos corpulentos suelen acompañar los platos aderezados.

Además, el vino y el plato deben valorarse entre sí y no oponerse uno a otro. Los aromas deben desprender una armonía. Por lo tanto, si el plato está conformado por muchos sabores, es preferible servir un vino complejo, y viceversa.

Para evitar las faltas de armonía, puede optar por la regla del vino local, según la cual se sirve un vino de la región de la que es originario el plato comido. Por ejemplo, los vinos blancos de Cassis son idóneos para acompañar una bouillabaisse.

Platos y vinos: la armonía vertical

Para armonizar platos y vinos, suele recomendarse tomar también en cuenta la armonía vertical, es decir los vinos y los platos servidos uno tras otro. La meta es lograr una armonía perfecta a lo largo de la comida.

El orden en que los vinos se servirán dependerá entonces de la combinación de diferentes reglas:

  • servir los vinos blancos antes de los vinos tintos;
  • servir los vinos jóvenes antes de los vinos de crianza;
  • servir los vinos secos antes de los vinos de postre;
  • servir los vinos frescos antes de los vinos aireados;
  • servir primero el vino con menos alcohol y al final el que más alcohol tenga.

Además, cuando se trata de armonía vertical, existe un principio ineludible según el cual “el vino que se bebe debe ser mejor que el que se acaba de tomar”.

Por lo general, se recomienda no servir más de tres vinos diferentes a lo largo de la comida para no despistar el paladar de los comensales.

Por ello es preferible ir subiendo de nivel los vinos conforme van sirviéndose los platos.

En resumen: armonía entre platos y vinos

Para pasar de la teoría a la práctica, le proponemos diferentes armonías absolutas entre vinos y platos.

En el aperitivo, para despertar sus papilas gustativas y las de sus comensales, le aconsejamos servir un vino liviano, como un vino espumante, por ejemplo.

Los crustáceos y pescados, sea en entrada o como plato, son una combinación perfecta con un vino blanco. Puede mantener el mismo vino para el aperitivo y para la entrada.

Para el plato, si sirve carne roja, opte preferentemente por un vino tinto con bastante cuerpo. Para acompañar las carnes blancas, los vinos blancos o vinos tintos livianos son idóneos.

Con la tabla de quesos, el vino dependerá del queso saboreado. Se suele recomendar los vinos tintos para ese momento de la comida, aunque los vinos blancos dulces suelen adaptarse muy bien a los quesos de cabra o los bleus.

Para los postres, los vinos… de postre o dulces son perfectos. Ya tiene las principales claves para armonizar los vinos con sus platos durante sus comidas profesionales o familiares