Ante el cambio climático, la viticultura francesa reacciona. Con Vitilience, el sector dispone de una herramienta inédita, a la vez estratégica y concreta. ¿Su principal ventaja? Una red de demostradores que prueban, al aire libre, soluciones pensadas para todas las zonas de producción y con todos los actores del sector.
Resumen:
- Una red en expansión
- Laboratorios a escala real
- Sobrio, sostenible, reproducible
- La inteligencia colectiva en acción
- Consolidar el cambio a largo plazo
Una red en expansión
¡Ya van ocho! Cuatro nuevos centros se han sumado a la red nacional de demostradores* del programa Vitilience, dirigido por el Instituto Francés de la Viña y el Vino (IFV) y financiado por FranceAgriMer (7,5 millones de euros entre 2024 y 2028). El objetivo anunciado es alcanzar una veintena de plataformas de experimentación para 2028, repartidas por todas las regiones vitícolas. «El comité científico está examinando actualmente nuevas candidaturas. De acuerdo con las recomendaciones del metaprograma INRAE-LACCAVE, origen del plan de acción nacional de adaptación al cambio climático de 2021, Vitilience apuesta por un fuerte arraigo territorial, un punto esencial para responder a la diversidad de los efectos regionales del clima», explica Mélissa Merdy, ingeniera del IFV y coordinadora nacional. Otra novedad: mientras que antes las investigaciones se solían centrar en aspectos aislados, ahora este proyecto da prioridad a las combinaciones ganadoras. «Se trata de adaptar las prácticas, pero también de mitigar su impacto medioambiental, pasando de enfoques monofactoriales a una lógica sistémica y de investigación fundamental, con experimentos listos para ser compartidos y reproducidos».
Laboratorios a escala real
Cada demostrador, que es a la vez una herramienta técnica y colectiva, combina parcelas vitícolas, una bodega experimental y un órgano de gestión local representativo de las partes involucradas, encargado de definir las prioridades, seleccionar las prácticas que se van a probar y dirigir los ensayos. En Beaujolais-Jura-Savoie, el proyecto Vitopia 2051, liderado por SICAREX Beaujolais**, ilustra esta dinámica. «Desde 2018, hemos experimentado con varias herramientas agronómicas: redes antigranizo que también sirven de sombreado, ajuste de la altura del tronco para limitar el estrés térmico, reducción de la superficie foliar, selección de gamay de brotación más tardía para evitar vendimias demasiado precoces», detalla Sophie Penavayre, directora de SICAREX, responsable técnica de Inter Beaujolais y coordinadora del proyecto. «Pero estas medidas se ensayaron por separado. Gracias a Vitilience, ahora podemos combinarlas en una estrategia coherente con las prácticas de los viticultores».
Sobrio, sostenible, reproducible
A partir de septiembre, Vitopia 2051 inaugurará una nueva sección dedicada a la vinificación «sobria»: menos agua, menos energía, menos insumos. Se explorarán varias vías, desde la regulación térmica hasta la higiene, pasando por el azufre o las levaduras. Un ensayo sobre la reutilización de botellas completará el proyecto, que abarca toda la cadena de producción. Paralelamente, SICAREX trabaja en la viña del futuro. Una parcela específica acogerá ensayos con nuevas variedades de uva, portainjertos, sistemas de conducción y acondicionamientos agroecológicos. «La idea es construir un modelo reproducible, asumiendo al mismo tiempo la incertidumbre propia de la innovación. Es una función que los viticultores no siempre pueden asumir por sí solos», destaca Sophie Penavayre.
La inteligencia colectiva en acción
Diseñado desde el principio como un proyecto colectivo, Vitilience reúne a una veintena de socios nacionales (INRAE, INAO, CNIV, etc.) y se apoya en dúos referenciales y dinamizadores en cada región para adaptar los objetivos a las realidades locales. En Champaña, los esfuerzos se centran en la preservación de los aromas; en Occitania, en la gestión del agua; en el Valle del Loira, en el ajuste de las prácticas… «Algunas adaptaciones, como la densidad de plantación, implican decisiones sostenibles. Son medidas difíciles de modificar una vez implementadas», recuerda Mélissa Merdy. De ahí la importancia de un acompañamiento a largo plazo.
Consolidar el cambio a largo plazo
El problema es que cuatro años es poco tiempo para una cultura duradera. Para superar este límite, es necesario contratar a un ingeniero modelador en colaboración con el INRAE, con el fin de elaborar proyecciones a largo plazo y evaluar la solidez de las soluciones probadas. «Vitilience es un punto de partida, no un fin», insiste Mélissa Merdy. El programa prevé jornadas técnicas, visitas de campo, talleres, vídeos y conferencias para difundir los resultados y fomentar su adopción. «A largo plazo, nuestro trabajo también podría contribuir a la evolución de los pliegos de condiciones o de los dispositivos de evaluación de las innovaciones. Si funciona, perfecto. Si no, ¡ya tendremos una respuesta desde el punto de vista de la investigación!», concluye Sophie Penavayre. En un momento en el que la viticultura se está reinventando, la experimentación actúa como brújula. Para no perder las uvas… ni la cabeza.
Florence Jaroniak. ©lorenza62/ AdobeStock
Saber más: www.vignevin.com/vitilience/le-projet/
www.vignevin.com/vitilience/les-demonstrateurs/vitopia-2051
*Viticors’Alti (CRVI, Córcega), Demoniacc (Cámara de Agricultura de Gironda), Vitopia 2051 (SICAREX, Beaujolais-Jura-Savoie), Résiloire (IFV de Montreuil-Bellay), Combioclim (Cámara Regional de Agricultura de Occitania), 3C (BNIC, Cognac), Adam (Centro del Rosado) y Motives (IFV Orange).
** SICAREX Beaujolais: Centro de investigación aplicada en viticultura y enología, creado por el sector, dotado de parcelas experimentales y una bodega en el Domaine du Château de l’Éclair.